
«Lo lógico es contar con actores de doblaje para la ficción sonora»
Alfonso S. Suárez, director de ‘Mi nombre es John Ford’, repasa junto a otros de sus creadores la obra que recrea un instante mítico en la historia del Hollywood clásico.
Más de 200 directores — la flor y nata del Hollywood clásico — se habían reunido aquella tarde de octubre de 1950. Se trataba de forzar la dimisión de su presidente, Joseph L. Mankiewicz, acusado por DeMille — un taquillero director y fanático en su persecución del comunismo — por su resistencia a crear una nueva lista negra en medio de la tristemente célebre caza de brujas impulsada por el senador McCarthy. De repente, tras varias horas de reunión, la voz de John Ford se alzó. Y la película cambió para siempre…
“Me llamo John Ford. Y hago películas del Oeste”, comenzó el titán, autor de un ramillete de obras maestras, hoy tenido por uno de los mejores directores de la Historia del cine. Con estas palabras comenzó su alocución. Y así suscitó la curiosidad de Alfonso S. Suárez y Eva Gallego, quien, setenta años después, comenzaron a bucear en la historia de aquella reunión del sindicato de directores — Directors Guild of America (DGA) —, que acabaría escribiendo una de las páginas más emocionantes en la historia de la defensa de la libertad de conciencia o simplemente de la libertad.
Suárez y Gallego viajaron a Los Ángeles, al hotel Beverly Hills, y se dejaron imbuir del ambiente del salón de cristal, donde aquella tarde se pusieron en juego el trabajo y los derechos de los creadores en el período más glorioso de la mayor industria del cine del mundo. Contactaron con el sindicato. Y su sección de Nueva York les envió, no las actas — que no se tomaron de la reunión —, pero sí artículos de prensa, que entrecomillaban algunas de las pullas que aquella tarde se dirigieron monstruos sagrados como Cecil B. DeMille, Joseph L. Mankiewicz, John Huston, Rouben Mamoulian o el propio Ford…
“Era una historia muy potente”, relata Suárez, quien se puso en seguida manos a la obra a fin de recrear aquel duelo de titanes. Sus creadores no tenían claro todavía el formato: obra de teatro, ficción sonora, radio teatro… Pero sí sabían una cosa. Claudio Rodríguez debía ser la voz de John Ford. Así que contactaron con el afamado actor de doblaje — voz de Charlon Heston, Burt Lancaster y tantos otros; entonces ya retirado — que aceptó la oferta sin miramientos y se prestó a grabar su papel en los estudios AM en el año 2018.
Suárez es un destacado admirador del doblaje. Y ha dedicado un documental — ‘Voces en imágenes’ (2008) — a esta rama de la interpretación. Así que, una vez que se decantó por el formato de ficción sonora, contactó con la productora y traductora Marta Baonza y con la Escuela de Doblaje de Madrid (EDM) — editora de este blog —, dispuesto a llevar sus ideas a la realidad.
“Alfonso contactó conmigo y me dijo que tenía un guion”, relata Marta Baonza, productora de audiolibros con Traducine. “Me llamó la atención lo bien escrito que estaba. Y que estuviera basado en un hecho histórico. Era además una oportunidad de ahondar en la historia del cine. Y no lo dudé ni un minuto. No sabíamos todavía el elenco. Pero el guion me gustó muchísimo, y confío ciegamente en Alfonso”, recuerda.
El siguiente paso era elegir a los actores. Y aquí, según detalla Baonza, el papel de Carmen Blázquez — reputada productora de doblaje y hoy gerente de la escuela EDM — fue fundamental. “Alfonso es una persona que se ha movido mucho — recordemos que hizo ‘Voces en imágenes’ —. Pero aquí una pieza clave ha sido Carmen Blázquez, que nos ayudó mucho a completar este plantel”, subraya la también actriz de voz.
¿Por qué actores de doblaje?
Con estos mimbres, los responsables del proyecto lograron reunir a algunas de las voces más admiradas del doblaje español de las últimas décadas; desde Ricardo Solans, hasta Elías Rodríguez, pasando por Salvador Aldeguer, María Luisa Solá, Ramón Langa, Javier Dotú, Camilo García, Mario Gas, José Ángel Juanes, Mario Martín, Miguel Ángel Jenner, Héctor Cantolla, Fernando de Luis, Víctor Agramunt, Luis Bajo, Lorenzo Beteta, Alfonso Laguna, sin olvidar al citado Claudio Rodríguez, o la productora Marta Baonza, quien también participó como actriz en el proyecto, junto a Mike Sarmiento — profesional audiovisual a la sazón, además de actor en esta ficción —; y las voces adicionales de alumnos de EDM, como Andrés García Vera, Rodrigo Rivera, Diego Castillo, Jordi Estapé, Jonás Puebla, José Manuel Sotillo, Álvaro Martín y Fran Domingo, encargados de grabar los ambientes.
“Las grandes voces del doblaje aportan verdad, básicamente”, subraya el director Alfonso S. Suárez. “Es algo de lo que adolecen algunas de las ficciones sonoras que se graban en España”, continúa. “Oigo producciones grabadas por grandes corporaciones. Y no llaman a actores de doblaje. Llaman a famosos, a ‘influencers’, a actores de cine o de teatro… Pero no llaman a actores de doblaje, cuando lo lógico es pensar en ellos, ya que, además de actores, son especialistas en la voz”, argumenta.
“Es un reparto de lujo”, apoya la productora Carmen Blázquez. “Son una treintena de las mejores actores del doblaje español, que aportan una profundidad y una expresividad excepcionales, y hacen que cada personaje cobre vida de manera auténtica y cercana”, concluye.
Cuidada producción
Unas interpretaciones que fueron grabadas en su mayor parte en la Escuela de Doblaje de Madrid (EDM), salvo las registradas en Barcelona y la citada en los estudios AM, y mezcladas por la cantautora y técnico de sonido Titxu Vélez, con larga experiencia en el doblaje profesional, quien añadió además algunos efectos especiales grabados para la ocasión. “Me gusta hacer foley, y he grabado todos los efectos que he podido; le da otro tono”, precisa.
Para la responsable del sonido lo más difícil fue “ambientar el espacio sonoro”, que reproduce “un auditorio con mucha gente, mucho silencio…, donde algunos personajes hablan con eco, otros en primer plano… Crear ese espacio sonoro para el oyente ha sido complicado”, explica.
“La ambientación sonora, los efectos y la música complementan la historia, creando un entorno que transporta al oyente directamente a los hechos narrados”, completa Blázquez.
Una producción que se completa con la música compuesta por Iván Ruiz Serrano, un compositor venido del mundo de las bandas sonoras y de las ficciones sonoras, cuya labor destaca Baonza. “Es un producto que queríamos cuidar mucho y por eso decidí incluir la música de Iván”.
“Queríamos aportar algo más”, afirma Baonza, quien añade que la complejidad de esta producción es “impensable” para un audiolibro, pero sí para una obra de 35 minutos de duración como esta, que está disponible en las principales plataformas de audio del país: AppleBooks, Bookbeat, Google Play, Podimo, Spotify y Storytel, entre otras.
“Es un episodio que, lo mires cuando lo mires, refleja de alguna forma el presente. Hoy podríamos hacernos exactamente las mismas preguntas: — “¿Por qué te crees tú más patriota? ¿Qué es la libertad? —. Ese tipo de preguntas siempre están presentes. Pero ahora, los últimos meses o últimos años, todavía más”, concluye Súarez.