Pilar Santigosa: «He llegado a dirigir hasta cinco series a la vez»

Pilar Santigosa: «He llegado a dirigir hasta cinco series a la vez»

Pilar Santigosa, actriz y directora de doblaje, docente de la Escuela de Doblaje de Madrid (EDM) —editor de este blog— ahonda en esta entrevista en sus inicios en la profesión, en un tiempo dominado aún por el Sindicato Vertical —el único existente en la época—, en que esta polifacética actriz comenzó a labrarse un camino que pasa por centenares de películas y series de televisión, entre ellas las famosísimas Con ocho basta, Dallas, Dinastía, Fama, Bill Cosby, Twin Peaks, Arriba y abajo, Melrose Place, sin faltar alguna “complicada” colaboración con el cine español.

¿Cómo te iniciaste en el mundo del doblaje? ¿Había algún precedente en tu familia relacionado con la interpretación?

Sí había precedentes en mi familia relacionados con la interpretación, y con el mundo artístico, en general. Mi abuela fue concertista de piano, discípula de Granados. Mi padre también se dedicó al doblaje, solo en una época; después paso a dirigir, y luego lo dejo, dedicándose a otras cosas. Yo llevaba la vena artística dentro.

Quería ser bailarina. En principio, en mi casa, les parecía que eso solo era un hobby. Hice coreografía. Pero mis padres, sobre todo mi padre, estaba empeñado en que hiciera una carrera universitaria. Entonces, arte dramático no era una carrera universitaria. Pero lo cursé.

Era una época muy machista. Y había que matricularse en Derecho o Farmacia; eran carreras para una mujer en aquel tiempo. Pero a mí no me gustaban. Yo quería ser artista. Y en mi casa no lo veían bien.

Pasaron los años y, un poco por casualidad, se terció la ocasión de que había que doblar un programa especial de Donna Hightower, una cantante estadounidense. No había nadie que hablara español e inglés. Yo tengo la suerte de ser bilingüe. Mi padre nació en Estados Unidos, y no aterrizó en España hasta los 17 años. Tengo facilidad para los idiomas. Él conocía a Valerio Lazarov, el realizador y productor de televisión. Y allí me planté, a intentar ponerle la voz, aunque no sabía nada de doblaje. Aquella señora a mí me parecía muy mayor, enorme, para lo jovencita que yo era. Pero lo hice. Y me gustó mucho.

Luego pasaron los años; hice teatro universitario, en el Instituto Americano, donde estudié literatura estadounidense, y había un grupo de teatro. Siempre de forma amateur. Yo era muy tímida entonces; me costaba subir al escenario. Y como no me gustaba la fama, pensé que el doblaje era una buena forma de que nadie supiera quién era yo.

Pero era muy difícil. No había academias. Podías ser actriz, pero ¿cómo accedías al mundo del doblaje? Lo único que nos permitían —y no en todos los casos— era sentarnos en la sala, en un rinconcito, para ver doblar a las estrellas. Y así lo hice.

Después empecé a pedir pruebas de voz por los estudios. Funcionaba en aquel tiempo el Sindicato Vertical [la Organización Sindical Española; la única que existió legalmente en España entre 1940 y 1977]. Y había que tener 15 convocatorias, firmadas por los directores, en el plazo de 3 meses, para acceder a la profesión. Tuve la suerte de que confiaron en mí, me fueron llamando, conseguí las convocatorias… y pude acceder a la profesión. Ese fue el comienzo.

Comenzaste a trabajar como actriz en 1975 en series de éxito como Con ocho basta; Dallas; Dinastía; Bill Cosby; Yo, Claudio; Twin Peaks; Arriba y abajo o Melrose Place. ¿Cómo se trabajaba entonces?

Y Fama. No nos olvidemos de Fama. Doblé la película, porque sabía inglés. Había que cantar en inglés. Me llamaron para doblar a Coco, canté en inglés, y luego, cuando llegó la serie, me dieron otro personaje, uno que hacía la actriz Lori Singer; el de la chica violinista, la músico. En la serie a Coco lo dobló Carolina Montijano; una maravillosísima actriz. La serie duró 8 o 10 años, yo qué sé. Y disfruté mucho. Y aprendí mucho también.

Entonces se trabajaba muy bien. Más despacio. Había más tiempo. Se podía disfrutar más. No se hacía por bandas. Estábamos todos juntos en el atril. Y se trataba más con la gente, en la sala y fuera de la sala. Disfruté muchísimo aquella época.

Hoy en día es más frío. Hay muchísima prisa. Se hacen más takes. Y se hacen en banda. No hay ningún compañero que te acompañe en el atril. Y, después, con la Covid, todavía hay más soledad.

Aunque ahora también se dobla muy bien. Pero antes se disfrutaba más, creo yo. No por el personaje, que es igual; pero sí por todo lo que te rodeaba.

¿Qué supuso la serie Perdidos en tu carrera como directora? ¿Qué títulos te han interesado más en esa faceta tuya de dirección de doblaje?

Perdidos supuso un éxito inmenso que yo no sospechaba. La recuerdo como una de las mejores series que he dirigido. Desde el principio me encantó su temática. Eso siempre es positivo a la hora de dirigirla, de adaptar sus guiones… Además, pude tener el reparto que quise. Al principio hubo un par de actores que el cliente no veía. Pero al final, confiaron en mí. Y se lo agradeceré siempre.

Fue un reparto estelar. El éxito de Perdidos no lo tengo yo. El éxito de Perdidos reside en las maravillosas voces que la interpretaron.

Cuando vemos una película siempre decimos: qué bien está menganito o fulanito, qué bien está Susan Sarandon, por ejemplo. No nos damos cuenta de que su imagen está espectacular; pero lo que escuchamos es una actriz española. El cincuenta por ciento del mérito es de esa actriz española, que se ha pegado absolutamente al personaje, y ha creado esa simbiosis con el personaje.

No nos damos cuenta. Y eso es bueno. Cuando uno no se plantea que está doblado, es que el doblaje está perfecto.

En cuanto al resto de series, he hecho tantas que no te lo podría enumerar. Me vienen a la cabeza Firefly, Galáctic, Perception, El cuervo, Millennium, Hannah Montana… Son miles. Empecé a dirigir en los años 90. Y estamos en 2021. Sin parar. He llegado a llevar hasta cinco series a la vez, para que te hagas una idea.

En cuanto a mi trabajo más difícil de dirección, me viene a la cabeza El ávaro de Moliere, en verso. Me costó Dios y ayuda. Adapté los guiones… No siempre lo más difícil tiene más repercusión. Además no era entonces todavía una experta. Me costó mucho. Pero lo hice. Y el cliente nos felicitó.

También has trabajado en la dirección del doblaje de algunas películas españolas como El artista y la modelo, de Fernando Trueba. ¿Cómo recuerdas aquel trabajo?

Complicadillo. La actriz española se doblaba a sí misma. Y no era fácil que no se notara la diferencia entre ella y el resto del reparto, que sí eran en un 99% actores de doblaje. Lenta y complicadilla. Pero, bueno, ahí está…

En cuanto a la docencia, ¿qué recuerdas de tu primera etapa como profesora en la antigua asociación Apadema? ¿Cuál es la diferencia fundamental respecto a la enseñanza hoy día?

En cuanto a la primera etapa, los cursos que montamos en Apadema, la asociación de actores de doblaje de Madrid, se pusieron en marcha porque venía el boom del vídeo. Y no teníamos suficientes actores. Era una cosa altruista; los profesores no cobrábamos nada. Salías corriendo del estudio dónde estabas trabajando y llegabas a impartir el curso, siempre corre que te pillo… Pero fue maravilloso. De allí salieron muchísimas estrellas que hoy en día están en el candelero.

Respecto a la actualidad para mí es un regalo. Nunca le agradeceré bastante a Lorenzo Beteta [director de esta escuela] que me diera la oportunidad de pertenecer a su grupo de profesores cuando abrió la escuela. Es un regalo inmenso. Me encanta ver cómo aprenden los alumnos.

Entonces no teníamos los medios que tenemos ahora. Me parece maravilloso que la gente tenga acceso a una escuela con actores y directores de primera fila, todos en ejercicio. Y que puedan trasladar a los alumnos todos sus conocimientos. Lorenzo nos da libertad en ese sentido. Y cada profesor se monta su enseñanza como le parece.

Disfruto mucho. Siempre estoy esperando a que llegue el día para dar las clases. Veo cómo avanzan los alumnos, cómo van aprendiendo, cómo captan todo lo que les indicas, como esponjas. Me parece un milagro.

Comentarios (3)

Sorprendido , es la calificación minima que se me ocurre , después de leer el contenido de esa entrevista.
Su Padre el Maestro de maestros Alfonso Santigosa fue un relevante actor de doblaje al mismo tiempo que según referencias fue uno de los mejores Directores de Doblaje de la época de oro .
Acustica y Voz de España fueron los Estudios donde dejó muestras de lo grande que era.
Asi como su Abuelo Manuel Santigosa.
No deseo trasladar más referencias, porque sigo sin entender que esa Señora no haga apenas referencias a sus antecesores: nombres ilustres en el doblaje español.
O asi me lo parece.

Pues yo sí la entiendo.

Y aun coincidiendo en la maestría de su ascendencia [que llegué a conocer], me ha agradado que la entrevista se haya centrado en ella y ella en la entrevista.

Yo trabajé con ella hace treinta años [ella dirigía y yo era uno de tantos bateadores] y yo no me daba cuenta de todo lo que aprendía en su sala [dentro y fuera. ¡Cómo se disfrutaba del trabajo en aquellos días todos juntos… !].

Me alegra que ella siga al pie del atril [bueno de la mesa de dirección, que cada vez la oigo menos por la tele; ¡lástima!].
Pero me alegra saber que ella siga AHÍ detrás.

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